lunes, 7 de diciembre de 2015

Lágrimas de media noche

Lloraba, lloraba y lloraba. ¿Qué más podía hacer? Ese sentimiento de impotencia realmente duele. Saber que, por mucho que quieras, no vas a conseguir ser feliz duele. Mucho. 

Tal vez no era capaz de hacer nada. Un desastre. Tal vez se encerraba en ella misma. ¿Antisocial? Más bien intentaba protegerse de volver a ser herida, como la última vez. Tal vez no era perfecta pero, con todos sus problemas, sonreía. No dejaba que nadie la viese llorar. No quería que nadie supiese lo frágil que podía llegar a ser.

Veía como sus pocas amigas eran felices. Pero ella no lo era. Y, aún así, fingía alegrarse cuando alguna compartía con ella sus alegrías. 

Nadie, nadie debía saber lo que sentía realmente. No le parecía normal sentirse como se sentía. Solo quería ser feliz, pero tampoco tenía una definición de felicidad a la que aferrarse. No recordaba haberse sentido feliz nunca. ¿Existía la felicidad? Sus amigas parecían de lo más felices. 

Lloraba por las noches, en silencio, abrazada a su almohada. A la mañana siguiente, sin recordar cuándo se durmió, se levantaba, se miraba al espejo e intentaba sonreír. Sabía que su cara no expresaba lo que sentía, pero era lo que esperaban de ella.

Para la gente solo era una persona que le encontraba la parte positiva a todo, que siempre bromeaba. Siempre, siempre que hablaban con ella podían ver una sonrisa. Todo era mentira.

Todo es mentira. Cuando encuentro algo que, más o menos, me hace verle la parte buena a la vida llega alguna otra cosa y lo estropea todo. ¿Que consigo hablarle a un chico a la cara? Las circunstancias harán que se pierda el contacto. ¿Que empiezo a pensar que no me hace falta nadie para ser feliz? Viene alguien y me recuerda, sin mala fe, lo genial que es tener alguien que te quiera como algo más que un familiar o amigo.

Tal vez esto sea un poco caos de leer. Tal vez sea el primer artículo de mi blog que no va a ningún lado. Pero tal vez, o no solo tal vez, esto exprese un poco lo que siento por dentro. ¿Para qué escribir un estado deprimente en Facebook que cuatro (siendo optimistas) personas leerán? Tengo el blog, que no lo lee ni dios, y me aprovecho de eso para, más o menos, desahogarme. 

* Aunque tenga la etiqueta de fanfic de fic no tiene nada. Por desgracia me siento así.

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