* Querido lector, este va a ser mi primer fanfic publicado en el blog. Hace tiempo tuve que describir mi personaje para una serie de fanfics de tripleK. Esta noche (21/11, me acosté después del cambio de día) no me podía dormir y, intentando cansarme o algo por el estilo se me ocurrió que podría escribir algo sobre mi personaje (deberías saber, a estas alturas, que detrás del vampiro hay una simple humana como tú). Pues aquí está, espero que te guste.
** La historia de mi personaje en el fanfic de tripleK es "ligeramente" diferente. Me gustan las dos versiones, pero podríamos tomar esta como original ya que es más coherente con lo que escribo en el blog, sobretodo por el aspecto de tener que llevar una vida "humana".
Estaba sola en casa, asustada. Mi cuerpo ardía como si, en vez de sangre, me corriese lava por las venas. El dolor se hacía cada vez más intenso, me costó mucho llegar a mi cama. Me costaba respirar. Sentía mi cuerpo cada vez más caliente. "Este es el fin", pensé. De repente, el más gélido de los fríos se apoderó de mi cuerpo. Me sentía bien. No entendía nada de lo que había pasado.
- Y pensar que hace dos días eras un pequeño bebé. Has crecido mucho, hermanita -dijo Ayato, que apareció de la nada en mi habitación.
Raito estaba con él, dos de mis hermanos habían venido a verme.
- ¿Ha sido muy doloroso? -preguntó Raito.
- Sí, bastante. Ahora estoy bien. Algo confundida, pero ya esperaba esto.
El día de mi 19 cumpleaños un murciélago me trajo una carta donde se me explicaba todo: quién era, de dónde venía, mi verdadera familia... todo. Solo faltó un pequeño detalle: en la noche de luna llena la transformación me dolería MUCHO. Solo ponía que me transformaría, nada más.
- Es una pena que no puedas venir con nosotros, Jessika-chan. Nuestra hermana pequeña ya no es tan pequeña y, al menos yo, me divertiría mucho contigo.
- Ore-sama será el primero, Raito. No empieces con tus guarradas.
Cuando nací, nuestro mundo se volvió muy peligroso para mí. Era la única hija del rey de los vampiros y todos querían matarme. Aún hoy no entiendo muy bien la situación pero sé que se vieron en la obligación de convertirme en humana para sacarme de allí. La referencia del paso del tiempo de Ayato no era para nada exagerada, ellos en apariencia no habían crecido nada. Yo, como humana, pasé de ser la hermanita pequeña a igualar la edad de mi hermano mayor, Shu. Pero eso no es lo importante. Yo quería volver a casa, con mis hermanos. Pero no podía, tenía que seguir pasando por humana unos años más.
- Ayato, está bien si...
- Claro, no te cortes -dijo con una gran sonrisa.
Su sangre era de lo mejor. Me costaba mucho eso de beber la sangre de otros, me sentía mal. Si alguna vez lo llegaba a hacer con un humano, podría llegar a matarlo. Por suerte aún sé controlarme. Había mucha confianza con Ayato. Cada noche, desde que recibí la carta, se colaba en mi habitación para estar conmigo y me hablaba de mis hermanos. Fue una suerte que mis padres adoptivos estuvieran de viaje de negocios, habría sido muy difícil hablar con él de otra manera.
- Reiji te diría que no es hora para ir mordiendo a la gente y que es muy indecente que lo hagas delante de otras personas. Me alegra bastante que haya muerto ese pesado, ahora todo será más divertido.
-¿¡Qué!? -dejé de beber de repente-. Ayato, no me habías contado eso.
- Te lo iba a decir ahora, pero Raito se me ha adelantado.
- Está bien, no importa. ¿Cómo están los demás? ¿Subaru ha dejado de encerrarse en su habitación?
- Solo te interesas por Subaru porque es tu hermano, ¿verdad? El resto, como solo somos medio hermanos... -me recriminó Raito-. Aunque no me disgusta. Si solo soy tu medio hermano no es tan raro todo lo que pasa por mi mente.
- Lo sigue siendo, maldito pervertido. Ella es mía, entérate.
La verdad es que, desde que nací, quedó acordado que me casaría con uno de mis hermanos. O con más si yo quería, pero todo tenía que quedar en familia. Para nosotros es algo normal. Subaru se encerró en su habitación desde el día que me mandaron a vivir con los humanos y se negó a salir de allí. 19 años encerrado. Me parecía demasiado, pero fue idea de mi padre y no le suelen cuestionar estas cosas. Desde mi nacimiento Subaru se opuso a mi "destierro". Él prometió que me protegería de todo y de todos a cambio de que me dejaran estar con él. Sabía que, siendo una humana, no correría peligro alguno, pero eso no le convencía. Pensaba que, si se lo proponían, los que pretendían matarme me encontrarían. Y yo estaría indefensa porque solo sería una humana.
- Jessika-chan, deberíamos irnos ya. Recuerda no exponerte mucho al sol y esas cosas. En cuanto puedas, solicita un turno de estudios nocturnos, así podrás pasar las horas de sol durmiendo.
- No os vayáis aún. Acabo de saber quién soy, quiero recuperar el tiempo perdido.
- Hermanita -dijo Ayato, con un tono suave-, tenemos toda la eternidad para eso. Una vida humana no es mucho para nosotros, podremos esperar. Ve haciéndote a la idea de que el tiempo prácticamente se ha parado para ti.
- Pero... ¿qué pasará cuando se me vea demasiado joven para mi edad? Con estas pintas podría llegar a los 30, como mucho.
- Ayato-kun, no habíamos pensado en eso.
-Ya lo arreglaremos. Antes de que sea demasiado tarde contactaremos contigo. Tal vez una oferta de trabajo en Japón lo solucionaría todo. Por el momento sigue con tus estudios.
- ¿Ya contactaréis? ¿No pensáis mantener el contacto conmigo ahora que sé de vuestra existencia?
- Es mejor así -continuó Ayato-, créeme. Intenta llevar una vida normal. Hay humanos con colmillos más prominentes que los tuyos, solo intenta que no crezcan. Y no necesitas beber sangre para vivir, así que no creo que vayas a tener ningún problema. Tenemos que irnos.
Me abrazaron brevemente y desaparecieron.
Aún falta un tiempo para que me reencuentre con ellos pero, por ahora, me consuela la idea de saber que ya no estoy tan sola en el mundo. Tengo una gran familia y pronto estaremos juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario